El Ogro de Pulgarcito le da una vuelta de tuerca a los cuentos clásicos / Pintar-Pintar

Un ogro en busca de cuento, a medio camino entre narrativa y teatro, conecta los mundos de Caperucita Roja, El Gato con Botas o El Sastrecillo Valiente respetando la esencia de estas historias

El nuevo libro de Pintar-Pintar, escrito por L. Victoria Jove Crespo e ilustrado por Laura Varela, conecta los mundos de Pulgarcito, Caperucita Roja o El Sastrecillo Valiente e imprime una vuelta de tuerca a estos y otros cuentos clásicos, respetando la tradición y jugando, al mismo tiempo, con sus arquetipos.

El Ogro de Pulgarcito se ha salido de su historia, y ahora no encuentra la forma de volver con el pequeño. En su camino de vuelta, lo ayudarán (o quizá no) Caperucita Roja, el Gato con Botas (y el Lobo Feroz), a través de una narración que tiene mucho de teatral, en el germen y en su forma definitiva.

La autora del texto, la maestra Victoria Jove, fraguó Un ogro en busca de cuento durante unas jornadas culturales en el centro donde se jubiló. «Se trataba», recuerda, «de que los alumnos/as preparasen una representación teatral en relación a cuentos popularmente conocidos. Propuse hacer lo que llevaba tiempo en mi cabeza a mis tres compañeros de equipo docente de 5º. No pusieron inconveniente. Lo comentamos con los alumnos y también dieron el sí. Así que, feliz y contenta, me puse a ello».

Como punto de partida, Victoria Jove tomó el arquetipo del Ogro, en su versión tradicional, pero sometido a la comicidad de una serie de equívocos que lo obligan a vagar, durante todo el relato, entre historias que no son la suya. «Los cuentos clásicos fueron mi primer contacto con la literatura, como una lengua vernácula. Y creo que lo siguen siendo para los pequeños», explica la autora.

Una lengua madre a la que tuvo acceso desde que aprendiera a leer y sus abuelos la hicieran socia de la Biblioteca de Villaviciosa. «Acudía [allí] los viernes con mi güelu para cambiar los libros de ambos. Había una sección muy pequeñita dedicada a la infancia (hasta donde me conducía don Armando, bibliotecario y profesor), pero para mí era todo un mundo con el que dar pábulo a la fantasía», añade.

Como el protagonista de su historia, Victoria Jove saltaba de un cuento popular a otro, conociendo a los Siete Cabritillos, Blancanieves o el Sastrecillo Valiente, y también a los personajes de Andersen y de los cuentos tradicionales rusos, donde la bruja Baba Yaga sigue viviendo en su cabaña sobre patas de gallina.

Personajes e historias que han servido de referente para Laura Varela, la ilustradora de Un ogro en busca de cuento, que ha intentado transmitir con su trabajo la «visión moderna, ingeniosa y divertida» de Victoria al tratar los cuentos clásicos. «Disfruté adaptando los personajes a mi estilo, alejándome de los clichés, pero sin perder su espíritu, y creo que lo he conseguido, sintiéndome muy acompañada desde el principio por Victoria y Ester [Sánchez, editora de Pintar-Pintar]», asegura Laura.

«Ha sido muy divertido ilustrar esta historia, rompiendo clichés y creando personajes partiendo de lo clásico y adaptándolos a nuestros tiempos», añade la artista, que se inclinó por utilizar colores vivos para definir cada personaje, con la intención de que «destacaran con fuerza» más allá de sus colores tradicionales.

Un cuento dramatizado

Laura Varela trabaja en formato digital, aunque utiliza pinceles de acrílico que le permiten crear texturas y sombras que forman parte de su estilo. Sombras, texturas que dotan de una capa más al relato, que se presenta como un libreto con acotaciones e incluso sugerencias musicales para los pequeños.

Todo forma parte del juego dramatizado que dio aliento a esta historia y que no puede separarse de su versión en forma libro, un espíritu que transita por todo el cuento y que Victoria Jove, la autora del texto, vincula al italiano Gianni Rodari y su obra Gramática de la fantasía, editada en 1973. 

«A Rodari también le gustaba jugar con las palabras y los textos», recuerda Victoria. «Él fue quién nos enseñó, a mis alumnos y a mí, cómo recrear textos a partir de una ruptura intencionada en un cuento conocido, introduciendo un elemento novedoso que permitía darle una vuelta de tuerca. Si a eso unes que soy de las que buscan siempre tres pies al gatu…», comenta la escritora.

No es difícil, por tanto, imaginarse a pequeñas y pequeños metiéndose en la piel del Lobo Feroz, calzándose las botas aladas del Ogro o presumiendo, un poco más de la cuenta, con su habilidad con el cinturón, para tristeza de siete moscas. «Los niños y niñas disfrutan muchísimo metiéndose en la piel de otros personajes, llamándose de otra forma. Si en el libro de lecturas o de texto aparecía algún guion teatral, se peleaban por leer, de tal forma que lo leíamos varias veces hasta que todos y todas llevaban a efecto alguno de los papeles», concluye Victoria:  «¡Da mucho juego!».